PROYECTO FEMINISTA DE VIVIENDA COOPERATIVO
¿Qué es La Morada?
La Morada somos una cooperativa feminista de vivienda en cesión de uso, ubicada en el barrio de Roquetes (Barcelona) e impulsada mayoritariamente por bolleras, personas trans y otras identidades disidentes. De la mano del proceso de promoción de nuestro edificio, estamos experimentando con la creación de un modelo de vida feminista, sostenible, comunitario y solidario.
Las personas que conformamos el grupo compartimos trayectoria activista en las últimas décadas y nos vinculan lazos afectivos, de convivencia, económicos y/o profesionales. Pero, sobre todo, nos vincula la necesidad de acceso a una vivienda digna, asequible y sostenible y el deseo de materializar, en un proyecto de convivencia, otros modelos de organización y sostenimiento de la vida y los afectos. Esta necesidad nos llevó, en la primavera de 2018, a articularnos como cooperativa de vivienda.
La Morada es un viaje, un laboratorio, un sueño: una apuesta por aprender a compartir las diferentes etapas de la vida de forma más creativa y comunitaria, asumiendo los retos que este camino nos ponga por delante.
Por qué una cooperativa de vivienda feminista y LGTBIQ+
En La Morada queremos caminar hacia la creación de un modelo cooperativo feminista que enriquezca las experiencias cooperativistas actuales en Catalunya y en el estado español y que pueda servir de inspiración para todo tipo de personas. El feminismo nos interpela a romper los mandatos de género y a deconstruir el amor romántico y la pareja como única forma de sentirnos realizadas y de organizar los afectos y los cuidados. Nos empuja a crear nuevas alianzas y modelos de convivencia en los que partimos de reconocer la vulnerabilidad como condición misma de posibilidad de vida y resistencia. Nos invita a ubicar la interdependencia y la sostenibilidad de la vida en el centro de los proyectos. Y experimentar con esto es más fácil cuando se comparte lo cotidiano. En un nivel material, nuestro proyecto supone la colectivización de tareas, acompañamientos, atención a las necesidades cotidianas de alimentación e higiene, necesidades físicas y de salud, cuidado de animales, crianza, etc. Supone también el respeto a la autonomía y la necesidad de soledad de cada persona y, por tanto, implica dibujar el continuum entre individualidad y colectividad en una relación de interdependencia y complementariedad.
La gente LGTBIQ+ y todas aquellas personas que rompemos con las normas de género y de la sexualidad sufrimos cotidianamente un montón de discriminaciones y violencias. Visibles e invisibles. Directas, simbólicas y estructurales.
Nos une la experiencia común de tener que afrontar mitos, prejuicios y estigmas constantes sobre nuestras realidades. En la familia, la escuela y el ámbito laboral, pasando por los centros de salud y deportivos, el mundo asociativo y militante, la calle y los espacios de ocio y espirituales. La discriminación se articula como un continuum que precariza nuestras vidas, ya sea en el acceso (y permanencia) al mercado laboral, a la vivienda o a un envejecimiento digno y saludable lejos del aislamiento y de residencias que nos devuelven al armario. Esta discriminación se agrava cuando se entrecruzan otras situaciones de clase, origen, salud, funcionalidad y edad, entre otras.
En definitiva, vivimos en una cultura (cis)heteronormativa que nos recuerda todos los días que no encajamos. Y lo cierto es que… ¡no queremos encajar en su molde! No pensamos que normalizarnos en el esquema de familia nuclear (cis)heteronormativa sea una alternativa comunitaria, feminista y anticapitalista. Al contrario. Apostamos por la creación de otros modelos como las cooperativas de vivienda en cesión de uso feministas y queers.
El modelo arquitectónico
La arquitectura de La Morada es el soporte que favorece la vida en común, es la creación de espacios físicos que fomentan la interdependencia, es el contenedor que permite un modelo de convivencia alternativo a la familia nuclear heteronormativa. Se ha elaborado a través de un proceso participativo con el acompañamiento técnico de la cooperativa Lacol (http://www.lacol.coop/), el asesoramiento ambiental de Sociedad Orgánica y diferentes colaboraciones, como con el Col ·lectivo Punt 6 (con quien se realizó el taller de La casa sin género como pistoletazo de salida del proyecto).
El edificio está diseñado de forma que se pueda adaptar a las necesidades de la cooperativa y de las unidades de convivencia a lo largo del tiempo, permitiendo generar viviendas de diferentes características a partir de una matriz de espacios sin jerarquía, articulada según distintos grados de privacidad. Una arquitectura de cuidados flexible, íntimamente ligada a nuestros valores, coherente con los cambios vitales y accesible en todos los rincones de la vivienda. Cada una de las doce unidades de convivencia gozará de un espacio privativo conectado con el resto de espacios de trabajo, de cuidados y de ocio, buscando un equilibrio entre espacios privativos, espacios compartidos y comunitarios. Una terraza, una cocina comunitaria, huerto, lavandería, habitaciones de invitadas, sala coworking, espacio comunitario polivalente, espacio para bicicletas y un patio con vegetación como espacio de entrada y circulación.
A nivel energético, en el edificio se han contemplado estrategias pasivas para reducir el consumo con el apoyo de sistemas de alta eficiencia para garantizar las necesidades de confort en invierno y en verano y de agua caliente sanitaria durante todo el año, atendiendo a los escenarios futuros de cambio climático. El edificio contará con una instalación centralizada de aerotermia, suelo radiante (para la calefacción o refrigeración) y placas fotovoltaicas. Actualmente, formamos parte del proceso para impulsar una comunidad energética local en Roquetes intercooperando con la vivienda cooperativa en cesión de uso Cirerers y diferentes entidades del barrio de Roquetes, como la Associació de Veïnes, el Ateneu de Nou Barris, diferentes escuelas, el mercado o el punto verde, entre otros.
El modelo económico
Nuestro modelo económico parte de la premisa de mejorar la accesibilidad y la seguridad en la tenencia de la vivienda y la voluntad de contribuir a la reproducción del modelo cooperativo. La creación de un fondo de solidaridad entre las UEC y de un fondo de ahorro colectivo no repartible (Fondo Colectivo de Acceso a la Vivienda), que permita en el futuro reproducir el proyecto, son dos de los elementos distintivos del modelo económico que velan por el interés colectivo y el apoyo mutuo. Junto con la Ciutat Invisible SCCL, hemos realizado el estudio de viabilidad económica del proyecto.